1/7/15


¿POR QUE NOS AMA DIOS?

“Dios no nos ama por lo que somos nosotros, nos ama por lo que él es: Amor”. Nosotros en cambio, amamos a otras personas por lo que representan para nosotros, por lo que recibimos de otros. Aún nuestro amor a Dios es motivado por lo que recibimos de Dios.

Por eso la conducta que mueve a Jesús a expresarnos su amor, es una conducta separada de la ley; la ley no puede tolerar la conducta de Jesús. Jesús no obedece a una ley que le ordena amarnos, la ley le ordena, más bien, reprendernos. Según la ley, Jesús debiera arrojar la primera piedra. Por eso Pablo dice: Romanos 3:21 “Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios por la fe.

“El amor motivado es el amor humano; el amor sin motivo, es el amor de Dios” No hay motivos en nosotros para que Dios nos ame… el motivo está en Dios; nos ama por el motivo de la esencia de Dios. Amor.

“El amor de Dios no se deja poner límites por el comportamiento del hombre”. Yo puedo ser malo, pero mi maldad no condiciona a Dios para que deje de amarme. Y ese amor de Dios me hace bueno ante él, a pesar de ser yo malo ante los hombres. Y mi bendición es que yo figure bueno ante Dios, no ante los hombres.

Ejercitar la fe es creer que Dios, por su amor, ha provisto al Salvador; y el que cree se regocija en el Dios de amor, y empieza a dejar el pecado, como respuesta al amor de Dios. Esto es el comienzo de nuestro amor a Dios.

La ley le dice a Dios: No es justo que ames al hombre porque el hombre es pecador, ha trasgredido la ley. Y Dios responde: Ya sé que es pecador, pero yo soy Amor y he provisto un remedio para su pecado (Cristo). Y amo al hombre porque soy Amor, muy por encima de su pecado.

Este amor de Dios es también discreto, no obliga al hombre para que ame a Dios. El hombre tiene libertad para responder al amor de Dios; no obstante Dios sigue amando al hombre, y le hace esta propuesta: “Estoy a la puerta y llamo; si alguno oye y me abre, entrare y comeremos juntos” Apoc. 3:20.

Si más allá de saber, sentimos que somos amados por Dios, ese sentimiento nos conduce a la felicidad; pero sentir no es algo que nosotros podemos decidir, el sentimiento está o no está. Ese sentimiento viene, cuando verdaderamente creemos. Es un asunto de fe. De allí, la tanta insistencia a creer lo que Dios ha dicho.

 

Tony López