¿POR QUE NOS AMA DIOS?
“Dios no nos ama
por lo que somos nosotros, nos ama por lo que él es: Amor”. Nosotros en cambio,
amamos a otras personas por lo que representan para nosotros, por lo que
recibimos de otros. Aún nuestro amor a Dios es motivado por lo que recibimos de
Dios.
Por eso la
conducta que mueve a Jesús a expresarnos su amor, es una conducta separada de
la ley; la ley no puede tolerar la conducta de Jesús. Jesús no obedece a una
ley que le ordena amarnos, la ley le ordena, más bien, reprendernos. Según la
ley, Jesús debiera arrojar la primera piedra. Por eso Pablo dice: Romanos 3:21
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios por la fe.
“El amor motivado
es el amor humano; el amor sin motivo, es el amor de Dios” No hay motivos en
nosotros para que Dios nos ame… el motivo está en Dios; nos ama por el motivo
de la esencia de Dios. Amor.
“El amor de Dios
no se deja poner límites por el comportamiento del hombre”. Yo puedo ser malo,
pero mi maldad no condiciona a Dios para que deje de amarme. Y ese amor de Dios
me hace bueno ante él, a pesar de ser yo malo ante los hombres. Y mi bendición
es que yo figure bueno ante Dios, no ante los hombres.
Ejercitar la fe es
creer que Dios, por su amor, ha provisto al Salvador; y el que cree se regocija
en el Dios de amor, y empieza a dejar el pecado, como respuesta al amor de
Dios. Esto es el comienzo de nuestro amor a Dios.
La ley le dice a
Dios: No es justo que ames al hombre porque el hombre es pecador, ha
trasgredido la ley. Y Dios responde: Ya sé que es pecador, pero yo soy Amor y
he provisto un remedio para su pecado (Cristo). Y amo al hombre porque soy
Amor, muy por encima de su pecado.
Este amor de Dios
es también discreto, no obliga al hombre para que ame a Dios. El hombre tiene
libertad para responder al amor de Dios; no obstante Dios sigue amando al
hombre, y le hace esta propuesta: “Estoy a la puerta y llamo; si alguno oye y
me abre, entrare y comeremos juntos” Apoc. 3:20.
Si más allá de
saber, sentimos que somos amados por Dios, ese sentimiento nos conduce a la
felicidad; pero sentir no es algo que nosotros podemos decidir, el sentimiento
está o no está. Ese sentimiento viene, cuando verdaderamente creemos. Es un
asunto de fe. De allí, la tanta insistencia a creer lo que Dios ha dicho.
Tony López